top of page

“México, la Atlántida y la Lemur”

  • Foto del escritor: Capital Oculta
    Capital Oculta
  • 24 ene
  • 4 Min. de lectura


El pasado martes 21 de enero, a pesar del frío y la persistente lluvia que envolvía a Xalapa, un nutrido grupo de personas se dio cita en el Museo Casa de Xalapa (MUXA), ubicado en la calle José Joaquín Herrera #7, en pleno corazón de la ciudad. El motivo: una charla cuyo tema no podía ser más intrigante, “México, la Atlántida y la Lemur”, impartida por la ingeniera Saray Cruz Hernández, quien además se identificó como metafísica y apasionada por desentrañar los misterios del origen humano y su conexión con el universo.


La charla, programada para iniciar a las 17:00 horas, reunió a personas de todas las edades y perfiles. Desde curiosos hasta creyentes fervientes, todos entraron al recinto tras registrar su nombre en una libreta, como si sellaran simbólicamente su pase a una dimensión distinta, una donde lo conocido se entremezclaba con lo extraordinario.

Ya dentro, la pequeña sala del museo reflejaba un ambiente cálido y expectante. Las sillas negras colocadas cuidadosamente no fueron suficientes; algunos asistentes permanecieron de pie o se acomodaron al fondo, decididos a no perderse una sola palabra. Mientras tanto, otros sacaban cuadernos, grabadoras o celulares, listos para documentar la experiencia que estaban por vivir.

 

La conexión entre lo humano y lo divino


Con una presentación sencilla y un tono pausado, Saray Cruz inició la charla con una frase que dejó a más de uno reflexionando: “Somos extraterrestres en nuestro planeta”. Acompañada por diapositivas, la ingeniera explicó que antes de abordar el tema central, era necesario entender que la humanidad está en un constante experimento divino. “En esta vida no hay nada imposible, solo hombres y mujeres incapaces”, leyó en una de las láminas, alentando a los presentes a abrir su mente más allá de los límites de la realidad conocida.

La charla fluyó entre reflexiones filosóficas y afirmaciones sorprendentes. “Toda la realidad supera la ficción”, insistió Saray, argumentando que los humanos somos “espíritus vivientes teniendo una experiencia humana”. Esta declaración, aunque controvertida, arrancó asentimientos de algunos y miradas perplejas de otros.

 

Uno de los momentos más impactantes fue cuando explicó que el espíritu, para habitar el plano terrenal, necesita un vínculo: el cuerpo. Según ella, “venimos de otras galaxias, soles y planetas. No somos de la Tierra, sino parte de un experimento diseñado por Dios, llamado el ‘experimento de la separatividad’”. Este concepto, según la ingeniera, hace que los espíritus en la Tierra se sientan desconectados de su creador, aunque en realidad no lo están.

 

La Lemuria y la Atlántida: un legado perdido

Tras una larga introducción, Saray centró la charla en el tema prometido: la Lemuria, también conocida como el “continente Mu”. Con un tono apasionado, describió este continente como una civilización ancestral ubicada en el Océano Pacífico, donde los habitantes poseían un nivel de conciencia mucho más elevado que el nuestro. Según explicó, la Lemuria fue el origen de nuestra raza, conocida como la raza Aria, y convivió con otras razas como los Atlantes.

Saray habló de un pasado remoto en el que los lémures vivieron en armonía con seres de otros planetas que compartieron con ellos tecnologías avanzadas, desconocidas en la Tierra. “Los lémures tenían más conciencia de Dios que los Atlantes”, afirmó, explicando que su espiritualidad era mucho más profunda. Sin embargo, tras un cataclismo –el diluvio–, los sobrevivientes emigraron a las montañas del Himalaya, mientras que otros grupos dieron origen a los Toltecas.


La Atlántida, por su parte, fue presentada como una civilización que se caracterizó por su separación de lo divino. “Cuando los sexos se separaron, hombre y mujer comenzaron a buscar el amor fuera de sí mismos, alejándose de su divinidad”, explicó Saray, señalando que este alejamiento espiritual fue lo que llevó a la desaparición de los Atlantes. Su obsesión por dominar la naturaleza, al punto de poner elementales en robots para su servicio, marcó su decadencia.

 

La humanidad y su sagrada conexión con la vida

Uno de los momentos más reflexivos de la charla fue cuando Saray habló sobre el respeto por la vida. Según ella, en un pasado remoto los humanos fueron caníbales, incapaces de valorar la existencia. “Por eso se crearon los animales, para evitar que el ser humano se destruyera a sí mismo”, explicó, enfatizando que la vida es lo más sagrado que poseemos y que nuestra existencia tiene un propósito divino.

 

La sala se mantuvo atenta, algunos oyentes intercambiaban miradas de asombro, otros anotaban con rapidez, y unos pocos levantaban la mano para hacer preguntas. Una de las asistentes cuestionó: “¿Cómo podemos reconectar con nuestro origen?” Saray respondió con una sonrisa serena: “Reconociendo que somos más que este cuerpo, somos seres espirituales. Cuando el espíritu se conecta con la divinidad, todo lo demás fluye”.


La charla concluyó con una frase que invitó a todos a la introspección: “De cada palabra inútil tendremos que dar cuentas”, citando Mateo 12:36 de la Biblia. Saray explicó que nuestras palabras y acciones dejan huella, y que en algún momento seremos juzgados por ellas.

Antes de despedirse, la ingeniera invitó a los asistentes a colaborar con una cooperación voluntaria, dejando el dinero en un bote a la salida. También mencionó que organiza reuniones semanales en el fraccionamiento “Las Haciendas” y anunció su próximo curso titulado “Leyes Universales”, programado para el 9 de febrero.


Mientras los asistentes abandonaban la sala, algunos conversaban animadamente sobre lo que acababan de escuchar, otros guardaban silencio, inmersos en sus pensamientos. Tal vez, como dijo Saray, estaban reflexionando sobre su origen, su propósito o su conexión con algo más grande.

Comentarios


SUSCRÍBETE A MI NEWSLETTER

¡Gracias por tu mensaje!

bottom of page